Hubo una vez un pequeño poblado de montaña, donde un viejo sabio tranquilamente vivía. Sus días en el campo le llenaban y le nutrían lo suficiente para descubrir que, en su día a día, solo había un rey, un rey llamado Felicidad.
Un joven turista, entusiasmado por la quietud del poblado, se acercó a recorrer el silencio de sus calles, a recorrer la luz de sus paisajes, la calma de sus parques, la transparencia de sus fuentes… y, en su caminar echó de menos algo, echó de menos el ruido.
Conforme seguía avanzado en aquel poblado, esta idea de vacío le atormentaba más y más… Cada vez, más pensamientos acudían a su cabeza para llevarle a sensaciones tan conocidas por él…tan conocidas que le resultaban familiares: ansiedad, miedo, angustia…y, parando a reflexionar bajo la frondosa sombra de una carrasca milenaria, pensó: “me volvería loco si viviese aquí, no sé cómo pueden vivir en este silencio, en esta soledad”.
Sus pensamientos eran tan poderosos que el viento los escuchó, que el viento los arrastró para llevarlos al altavoz diario de su camino…
Tras reanudar su marcha y su sendero, acompañado del altavoz del viento, descubrió al viejo sabio sentando en una roca. Estaba contemplando a un pájaro que se posó sobre una rama, tras una transparente fuente y, el joven turista pensó: “viejo chiflado, tanta soledad le volvió loco”.
Como al viejo no le acompañaba dicho altavoz del viento sino que aprendió a estar en una suave brisa, pudo escuchar al visitante. Sonriente, el viejo le devolvió en calma: “mientras estabas pendiente de no escuchar nada, mientras estabas pendiente de no encontrar a nadie, mientras estabas pendiente de tus conflictos, tormentos y de todo aquello que te faltaba, mientras te ibas enfadando por todo ello y tu rabia crecía por no tener aquello que pensabas…mientras tanto…nosotros estábamos aquí, en el ruido del silencio, en la paz de aceptar aquello que viene como lo que ha de venir, mientras tanto, en la calle de al lado celebrábamos la festividad del pueblo, mientras tanto….otros estaban viviendo plenamente aquello que la brisa traía consigo”
“Paz no significa estar en un lugar sin conflictos, sin ruido. Paz es permanecer serenos a pesar de que a nuestro alrededor todo sean adversidades y dolor. En el proceso de la psicoterapia, en el proceso del crecimiento personal, encontrar nuestra propia paz tiene como destino, nuestra propia felicidad”
Belén Colomina
Imagen: Iván Carbonell